martes, 7 de abril de 2009
Abril
Ha florecido el romero. El campo huele a cantueso y a jara. Abril no hace nacer las lilas de la tierra muerta, sino de una tierra viva, renacida. Eso sí: no esperemos que su resurrección venga a desmentir nuestra mortalidad, aunque acaso nos sirva para relativizar ésta. La diosa da la bienvenida a su hija, que no sabe sus nombres: Koré, Proserpina, Perséfone. Madre e hija no son quizá sino el espejo la una de la otra. Ambas son a la vez el invierno y el verano, el rostro de la muerte y el de esta primavera.
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3 comentarios:
Bellísima entrada, José Luis, muy lírica.
Un abrazo.
Muchas gracias, Javier.
Es maravilloso.
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