miércoles, 10 de abril de 2013

Enseñando literatura


 El catálogo de autores, obras, tendencias, características que nuestros estudiantes memorizan (o no), cada vez se me asemeja más a una guía telefónica (con todo lo obsoleto que tiene en nuestros días una guía telefónica), cuando no a una lista de caídos por la patria o a un folleto con las ofertas más inverosímiles de un mortecino supermercado.

 Alguna vez he escrito que una  historia nacional de la literatura acaba siendo inevitablemente  una historia nacionalista de la misma. Tal vez me equivoque. Pero desde luego uno no puede evitar un cierto malestar ante un programa que parece empeñado en que ni alumnos ni profesores tengan tiempo para leer y dialogar sobre los textos. Suena un tanto (bastante) paranoico, pero a lo mejor de eso se trata.

1 comentario:

Profundistas dijo...

¿Dónde estáis, poetas soñadores majaderos del rancio humanismo? Vuestra oportunidad de escribir en la tierra se ha presentado, descended de vuestra obra egoísta, a qué esperáis si ya no tenéis excusa ?.

Amáis al mundo y a todos los hombres, pero no reconoceríais vuestro rostro en el espejo.

Queréis más que nadie y os rasgáis el alma de tanto soñar, ¿Por que queréis decir amor cuando queréis decir ego?

Bailáis como cisnes y tenéis visiones desde el más allá. Intentad mirar a vuestro alrededor de vez en cuando y tratad de no llorar.

Escribis páginas y páginas, os pagan y halagan, Si vuestra libertad se mide en dinero, ¿Qué le queda a la dignidad?.

Poetas, bajad de vuestra Torre Triste. La poesía ha salido a la calle.